El olfateo y las emociones: lateralidad en el uso de las fosas nasales
Un reciente estudio demuestra la lateralidad en el uso de las fosas nasales de los perros y su relación con las emociones
La sabiduría popular sobre que los perros huelen el miedo no refleja del todo su capacidad para captar las emociones a través del olfato.
Un estudio reciente titulado “The dog nose “KNOWS” fear: Asymmetric nostril use during sniffing at canine and human emotional stimuli” ha examinado la tendencia de los perros a olfatear diversas sustancias con la fosa nasal izquierda o derecha.
Explorar esta preferencia lateral puede parecer basada en detalles aleatorios pero el lateral de la fosa nasal utilizado para olfatear algo nos dice mucho sobre la reacción emocional de un perro hacia un olor. La utilización de un lado de su cuerpo indica un uso diferencial de uno u otro lado del cerebro, algo que nos da una pista sobre las emociones caninas.
El lado izquierdo del cerebro procesa más las emociones positivas como son la felicidad y la emoción, así como algunos estímulos que le son familiares. El lado derecho del cerebro tiende a asumir el control cuando el perro está procesando emociones negativas como la tristeza o el miedo, así como los estímulos nuevos.
En general, el lado derecho del cuerpo está controlado por el hemisferio izquierdo del cerebro y viceversa. Sin embargo la nariz es una excepción. La fosa nasal derecha envía información al lado derecho del cerebro y la fosa nasal izquierda envía su información al lado izquierdo.
Los hallazgos en este estudio sugieren que las vías utilizadas para procesar los diferentes estímulos olfativos dependen de algo más que de provocar sentimientos negativos o positivos.
Olores humanos y caninos
En el estudio se testaron ocho olores, cuatro procedentes de perros y cuatro de humanos. Los cuatro olores humanos se recogieron del sudor de los donantes cuando estaban alegres, temorosos, estresados físicamente o en una situación neutra. Los estados de alegría y el miedo se provocaron con películas y el olor del estrés físico se recogió de donantes que habían corrido durante 15 minutos.
Los cuatro olores caninos se recogieron de perros que estaban contentos en una sesión de juego con su cuidador, estresados por aislamiento en un lugar desconocido, perturbados por un extraño acercándose al coche y perros durmiendo. Los perros que «donaron» los olores eran diferentes de aquellos a los que se estudió su conducta de olfateo.
Para explorar mejor el fenómeno de la preferencia lateral en la olfacción, los cuidadores de los perros del estudio rellenaron un cuestionario relacionado con el temperamento de cada perro.
Durante el estudio, los perros fueron colocados delante de una cámara de vídeo bajo la que había un bastoncillo de algodón empapado diferentes olores. Los vídeos capturaron las conductas de olfateo de los perros, haciendo posible determinar el índice de lateralidad de cada perro para cada olor, basado en la cantidad de tiempo empleado en olfatear con cada fosa nasal.
Un índice de lateralidad de 1.0 indicaba el uso exclusivo de la fosa nasal izquierda y un 1.0 negativo indicaba el uso exclusivo de la fosa nasal derecha. También se registró la actividad cardíaca durante las pruebas con cada olor.
Resultados sorprendentes
Los perros utilizaron más frecuentemente la fosa nasal derecha para olfatear el olor del aislamiento canino. Y utilizaron la fosa nasal izquierda para olfatear el olor del miedo humano y el olor del estrés físico humano.
Había dos formas en las que los resultados del cuestionario se correlacionaban con el patrón de lateralidad para un olor particular. Cuanto más alto había sido el grado estimado por el cuidador en cuanto al miedo o agresividad del perro hacia otros perros, más probabilidad había de que el perro utilizase la fosa nasal derecha para olfatear el olor del perro perturbado por el extraño acercándose al coche.
Esto sugiere que las diferencias individuales en la activación emocionales y quizás incluso en las temperamentales, influyen en asimetrías en la conducta del olfateo.
Los perros con puntuaciones más altas en conducta predatoria utilizaban más la fosa nasal izquierda para el olor de los humanos físicamente estresados. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta que las estructuras del lado izquierdo del cerebro son las que están involucradas en la conducta predatoria.
Los cerebros caninos son tan alucinantes como su olfato. ¡La ciencia lo demuestra día a día!
Fuente: The Bark
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