El olor de la muerte es como el de la hierba recién cortada
Un estudio científico podría mejorar el entrenamiento de los perros detectores de cadáveres, ayudándoles a ser más efectivos a la hora de localizar cuerpos muertos
Los cuerpos en descomposición se caracterizan por su olor penetrante y nauseabundo, resultado de las bacterias y larvas descomponiendo cada centímetro de carne. Sin embargo, los científicos se han sentido intrigados por saber cual es el verdadero olor de los cadáveres antes del proceso de descomposición.
Para encontrar la respuesta, un equipo de investigadores de la Universidad de Huddersfield en Reino Unido analizó los diferentes gases que normalmente emiten los cuerpos en descomposición y han dado con descubrimientos sorprendentes.
En un estudio presentado en el Festival Británico de las Ciencias de Bradford, los investigadores informaron de que en los procesos iniciales de la descomposición, antes de que empiecen a actuar las bacterias y larvas, la carne de un cadáver comienza a digerirse en sí misma provocando la liberación de un componente conocido como hexanal, que tiene un aroma similar al de la hierba fresca recién cortada.
Los cambios de olor en un cadáver
Según Anna Williams, uno de los doctores del equipo de investigación de Huddersfiled, si bien un cadáver tiene un olor fétido, experimenta algunos cambios a medida que pasa por las diferentes etapas de la descomposición. Durante los primeros días el cuerpo muerto entra en un proceso llamado autolisis, en el que básicamente digiere sus propias células. El cuerpo se pudre cuando las bacterias entran en el proceso.
Hay otro componente, conocido como indol, que tiene un olor penetrante similar al de las heces pero que en pequeñas cantidades se puede encontrar en algunos perfumes caros y embriagadores.
Y, por último, un tercer componente del olor de los cadáveres conocido como trimetilamina, que aporta un fuerte olor a pescado pero que también puede oler como quitaesmalte o disolvente de pintura.
Los investigadores de Huddersfiled utilizaron cadáveres de cerdo para sus estudios. Dejaron que los cuerpos se descompusieran en cajas, con algunos recipientes llenos de agua. Luego aplicaron un dispositivo de cromatografía de gases para analizar los diferentes vapores que se producían durante la descomposición.
La doctora Williams y sus colegas creen que su investigación podría mejorar el entrenamiento de los perros detectores de cadáveres, ayudándoles a ser más efectivos a la hora de localizar los cuerpos.
Aunque para ello necesitarían conocer mejor cómo trabajan estos animales y cómo se les entrena, y saber así cuales son los factores específicos del olor del cadáver a los que responden. Creen que podrían responder solamente a etapas específicas de la descomposición y que podrían ser más eficaces si se siguiera un sistema científico.
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