Las espigas, enemigas de nuestros perros
Con el calor llega un temido y desconocido enemigo de nuestros perros: las espigas. Pueden llegar a ser muy peligrosas y te contamos por qué
¿Dónde se pueden clavar?«>Dónde se clavan Las espigas cumplen una función esencial para la planta. Una vez se desprenden de ella, ya sea cayendo al suelo o por el viento o por el paso de un perro, comienza su objetivo: germinar. Presentan una curiosa forma de flecha y tienen unos pequeñísimos ganchos para adherirse a algo, como un perro que las toque. Una vez “ancladas” van introduciéndose en la superficie con la que contactan, poco a poco. El problema llega uando esa superficie en la que se clavan es nuestro perro, porque la espiga tratará de seguir su ciclo natural: introducirse y germinar. Y ahí comienzan las complicaciones. Las espigas pueden afectar a nuestros perros de diferentes formas, provocando daños y síntomas que varían según cada caso. Al introducirse, el perro no para de estornudar, se frota la nariz con las patas, muestra dolor e incluso sangrado. Puede permanecer ahí o continar hasta la faringe e incluso podría tragársela. Si esto ocurriera, los síntomas podrían mejorar. Es bastante fácil de detectar, ya que se sacude constantemente y presenta la cabeza ladeada. Hay que acudir inmediatamente al veterinario para que la extraiga, ya que cuanto más tiempo pase más profundamente se irá alojando la espiga y habrá más riesgo de complicaciones, como otitis o incluso una perforación del tímpano. Es uno de los lugares más peligrosos. Si se introduce una espiga en el ojo del perro, puede quedar entre el globo ocular y el párpado, también bajo el tercer párpado. El ojo aparecerá medio cerrado e inflamado y el animal sentirá mucho dolor. Una espiga podría producir úlceras en la córnea e incluso problemas muy graves por infecciones en la parte posterior del ojo. Es relativamente frecuente que las espigas se claven entre los dedos de las patas. A veces no nos damos cuenta y se introducen profundamente, llegando a provocar un abceso. Incluso podrían penetrar varios centímetros en la piel y originar una fístula. En la piel Podría introducirse en cualquier zona del cuerpo. En perros de pelo largo es difícil detectarlas. Y si no se detectan, se infectarán provocando un bulto que podríamos notar con una exploración regular. Es importante estar atentos, ya que podría ser de un grave problema si continuara introduciéndose, podría terminar en el tórax o en el abdomen, provocando un problema de diagnóstico al ser difícil de detectar. Salvo excepciones, las espigas no salen solas. Están diseñadas para engancharse bien y comenzar a introducirse en la superficie en la que se encuentran, sea lo que sea. Esperar a ver si se cae no es la solución y al contrario, podría agravar el problema porque cuanto más tardemos en extraerla, más se introducirá. Por eso, cuando observemos síntomas o simplemente si sospechamos que nuestro perro puede tener una espiga y no está a simple vista o no la podemos extraer fácilmente, hay que acudir inmediatamente a un veterinario, que procederá según cada caso. Podemos intentar quitarla si está a la vista. Pero hay que tener mucho cuidado. Si utilizamos pinzas, nunca hacerlo en zonas que no tienen fácil acceso o que no están a la vista, como un oído, ya que podríamos complicar la situación. Tampoco hay que echar productos para tratar de ablandarla como aceites, suero… Y nunca medicar sin el consejo de un veterinario. La forma más sencilla es no acceder a zonas llenas de espigas. Son muy fáciles de detectar visualmente, así que si vemos una zona de espigas, lo más sensato es no dejar que el perro acceda. Y, si no es posible evitarlo, al volver a casa hay que darles un buen cepillado y revisar el pelo, la piel, prestando especial atención a los espacios interdigitales y el interior de las orejas. Una pista de que pudiera haber espiga es si observamos una zona húmeda del cuerpo del perro. Esto puede ser indicio de que ha estado lamiendo la zona en la que hay una espiga. En caso de encontrar una espiga clavada en la piel o entre los dedos hay que retirarla con cuidado, procurando extraerla completamente. Las espigas se deshacen y aunque extraigamos una pequeña parte, podría permanecer algún trozo dentro. Y, en caso de que hubiera herida, hay que desinfectarla. Muchas veces nos encontramos con que todo a nuestro alrededor parece haber sido invadido por las espigas y eso limita mucho la actividad que podemos realizar con nuestro perro. En estos casos, lo mejor es dedicarse más a los largos paseos por zonas libres de peligro. Pero hay una fantástica opción: practicar algún tipo de actividad. Podemos aprovechar para caminar más con nuestro perro, caminando o corriendo. Una interesante opción es acudir a un club canino donde aprender a practicar disciplinas con nuestro perro, que son muy divertidas para él y también para nosotros. Además son actividades muy recomendables por los beneficios que reportan a la relación perro-dueño. Detección deportiva, mantrailing, agility, obediencia, dog dancing, disc dog… o simplemente juegos de olfato que podemos practicar en casa buscando elementos por pura diversión. Podemos hacer que busque lo que queramos: su juguete, llaves, teléfono… Una vez el perro entiende el juego, lo más sencillo y divertido es dar rienda suelta a nuestra imaginación, probar cosas nuevas, añadir dificultades. Pero sobre todo, darle actividad física y mental, sin peligro.
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