Odorología forense, una técnica por desarrollar
La Odorología forense es una técnica que, con la ayuda de los equipos caninos, puede dar grandes resultados en el complicado mundo de la investigación criminal. Pero aún hay escollos que salvar
La Odorología forense es una técnica que se basa en la utilización de los olores para identificar personas. El método es sencillo: recoger muestras de los distintos olores en la escena de un crimen y compararlas después con otras muestras que han recogido el olor de los sospechosos.
No se trata de una técnica nueva, la Unión Soviética comenzó con los primeros experimentos que continuó la República Democrática Alemana en los años sesenta. En 1989 Cuba instaló el primer laboratorio de Odorología y la técnica se extendió a otros países.
Actualmente se utiliza odorología forense en Holanda, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Alemania y Hungría, aunque en cada país hay una utilización y un nivel de desarrollo diferente.
Los perros son herramientas perfectas para desarrollar esta técnica, ya que con su olfato son capaces de detectar y diferenciar perfectamente los distintos olores. Y dado que cada individuo posee una huella olorosa, se podría pensar que este método de investigación criminal es infalible a la hora de descubrir culpables de crímenes.
No solo es cuestión de olfato canino
Pero la realidad no es tan sencilla, por varias razones. Si bien hay estudios que demuestran que cada individuo posee un olor propio determinado por una serie de componentes de olor, lo que no tiene respaldo científico es que esta composición sea única e irrepetible.
Otro tema a tener muy en cuenta es la dificultad para captar la muestra de olor y emplearla en una identificación positiva con un margen de error compatible con las técnicas probatorias. La posibilidad de contaminación de evidencias es una realidad. Existe un alto riesgo de contaminación de la escena del crimen por el personal interviniente y por la transferencia de olores de una escena del crimen a otra a través de las herramientas empleadas en cada caso, como son los pinceles e incluso los polvos. Y todo ello desde el mismo momento del crimen, pasando por el proceso de investigación, hasta el almacenamiento, conservación y posterior utilización de las muestras.
Quizás el mayor problema al que se enfrenta la Odorología forense como técnica de investigación criminal es la concluyente realidad de que el hecho de que un olor esté presente señala presencia y contacto. Pero no es evidencia de responsabilidad o participación en el hecho delictivo.
Mientras no se consiga un riguroso aval científico que asegure todas estas cuestiones, existirá una sombra de duda que, por obvios motivos judiciales, impide que la Odorología forense sea en muchos países – incluída España- una técnica de investigación criminal complementaria al resto de los peritajes probatorios que se aportan a cada proceso.
Fuentes:
http://www.tecnicasdeinvestigacioncriminal.com/ARTICULOS/Odorologia%20Forense.pdf
http://www.colcrim.cl/los-pinceles-empleados-para-revelar-huellas-dactilares-pueden-contaminar-evidencias-de-adn/
https://www.fbi.gov/
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