¿Buen humor, mejor olfato? Los perros optimistas destacan en tareas de detección

Escuela de Guías Caninos

Los perros optimistas podrían desempeñar mejor las tareas de búsqueda y detección. Un nuevo estudio abre un campo poco explorado: el sesgo emocional de los perros de trabajo

Los perros optimistas podrían desempeñar mejor las tareas de búsqueda y detección. Un nuevo estudio abre un campo poco explorado: el sesgo emocional de los perros de trabajo

Un estudio publicado recientemente en la revista científica PLOS ONE ha arrojado luz sobre un aspecto todavía poco explorado en el ámbito del trabajo canino: la influencia de las emociones y la personalidad del perro en su desempeño como detector. El estudio, titulado Un estudio exploratorio sobre las relaciones entre el sesgo de juicio, las características demográficas y de comportamiento, y el rendimiento en tareas de detección en perros de detección médica’, nos da pistas fascinantes. Este trabajo analiza cómo la manera en que los perros interpretan el mundo, junto con sus rasgos y comportamientos, puede estar relacionada con su habilidad para detectar olores.

¿Qué es el sesgo de juicio?

El sesgo de juicio es una forma de entender cómo un perro reacciona ante situaciones que no están claras, lo que puede mostrar si es más «optimista» o «cauteloso». Un perro optimista espera que las cosas salgan bien, mientras que uno cauteloso duda más. En el estudio, los investigadores diseñaron una prueba sencilla pero ingeniosa: entrenaron a 66 perros (27 ya certificados como perros de detección médica y 39 en proceso de aprendizaje) para reconocer dos posiciones de un cuenco. En una siempre había comida (¡premio!) y en la otra, nada. Luego, pusieron cuencos en posiciones intermedias, ni claramente con comida ni vacías, y observaron cómo reaccionaban los perros. Si un perro corría rápido hacia el cuenco ambiguo, se consideraba optimista, pensando que podría haber comida. Si iba despacio o dudaba, parecía más cauteloso, esperando no encontrar nada.

Cómo hicieron el estudio

El estudio se llevó a cabo con perros de la organización Medical Detection Dogs en el Reino Unido, una entidad especializada en entrenar perros para detectar olores relacionados con condiciones médicas. Los investigadores quisieron explorar si factores como la forma de pensar de los perros, su edad, su raza o su comportamiento podían influir en su trabajo como detectores. A continuación, te contamos en detalle cómo diseñaron y ejecutaron este trabajo:

  • Selección de los perros: Participaron 66 perros, divididos en dos grupos: 27 ya certificados como perros de detección médica, capaces de identificar olores específicos en entornos reales, y 39 en fase de entrenamiento, todavía aprendiendo las habilidades necesarias. Esta mezcla permitió comparar perros con experiencia y novatos, buscando diferencias en su comportamiento y rendimiento.
  • Prueba de sesgo de juicio: La prueba principal fue una tarea espacial diseñada para medir el optimismo o la cautela de los perros. Primero, entrenaron a cada perro para asociar una posición específica de un cuenco con una recompensa de comida (por ejemplo, a la derecha) y otra posición con un cuenco vacío (por ejemplo, a la izquierda). Una vez que los perros entendían esta diferencia, los investigadores introdujeron tres posiciones intermedias, ambiguas, que no eran ni claramente la posición con comida ni la vacía. Midieron cuánto tiempo tardaba cada perro en acercarse a estos cuencos ambiguos. Un tiempo más rápido sugería un perro optimista, que esperaba encontrar comida, mientras que un tiempo más lento indicaba uno más cauteloso, que asumía que el cuenco podría estar vacío.
  • Recopilación de datos demográficos y de comportamiento: Además de la prueba de sesgo, los investigadores reunieron información detallada sobre cada perro. Anotaron su edad, sexo y raza para ver si estas características tenían alguna relación con su forma de pensar o su rendimiento. También pidieron a los entrenadores que completaran cuestionarios estandarizados sobre el comportamiento de los perros. Estos cuestionarios evaluaban aspectos como la confianza (¿se enfrentaba el perro a situaciones nuevas con seguridad?), el entusiasmo por la comida (¿se volvía loco por una golosina?), la disposición al juego (¿le encantaba perseguir una pelota?) y la reacción a estímulos nuevos, como objetos desconocidos. En algunos casos, realizaron pruebas prácticas para confirmar estas observaciones, como exponer a los perros a un juguete nuevo y observar su respuesta.
  • Evaluación del rendimiento en detección: Para los perros certificados, los investigadores analizaron su desempeño en tareas reales de detección médica. Midieron dos cosas: la sensibilidad (la capacidad para detectar correctamente el olor, como el de una muestra médica) y la especificidad (la capacidad para señalar muestras incorrectas, reduciendo errores). Para los perros en entrenamiento, que aún no estaban listos para tareas reales, los entrenadores dieron una valoración general de su progreso, basada en su capacidad para aprender y realizar ejercicios de detección de olores en entornos controlados.
  • Análisis de la información: Los datos recogidos (resultados de la prueba de sesgo, cuestionarios, información demográfica y rendimiento) se analizaron con herramientas estadísticas, como correlaciones y modelos matemáticos. El objetivo no era demostrar que una cosa causara la otra, sino identificar patrones interesantes. Por ejemplo, ¿los perros más optimistas eran también los mejores detectores? ¿O influía más la edad que el comportamiento?
  • Bienestar animal: Todo el estudio se diseñó con un cuidado extremo para no incomodar a los perros. Las pruebas se realizaron en un entorno familiar, con descansos y recompensas frecuentes. Además, el proyecto fue revisado y aprobado por un comité de ética de la Universidad de Bristol, garantizando que los perros estuvieran contentos y seguros en todo momento.

Este enfoque combinado permitió a los investigadores obtener una imagen completa de cada perro, desde su forma de pensar hasta su habilidad para detectar olores, sin alterar su rutina ni su bienestar.

¿Qué descubrieron?

Los resultados son muy interesantes y nos hacen pensar. Los perros más optimistas, esos que corrían hacia el cuenco ambiguo con entusiasmo, parecían tener ciertas ventajas en las tareas de detección. Puede que su actitud positiva los haga más persistentes. Sin embargo, ser optimista no garantizaba ser el mejor detector, lo que muestra que el éxito depende de varias cosas juntas. La edad y la raza también influyeron un poco, pero no eran lo más importante. Por otro lado, comportamientos como la confianza o el amor por las recompensas (¡golosinas, claro!) parecían marcar una diferencia en cómo los perros hacían su trabajo.

Un detalle curioso: los perros en entrenamiento mostraban más diferencias en su forma de pensar que los perros ya certificados. Esto podría significar que el entrenamiento no solo mejora el olfato, sino también cómo los perros manejan las dudas. ¿Será que con el tiempo aprenden a ser más confiados?

Implicaciones para el trabajo con perros detectores y de búsqueda

Estos resultados, aunque centrados en perros de detección médica, tienen implicaciones potencialmente importantes para otras disciplinas del trabajo canino, como la búsqueda y rescate, el trabajo policial o la detección de explosivos y estupefacientes, entre otras.

Históricamente, los programas de selección y entrenamiento han puesto un gran énfasis en las capacidades físicas, el olfato y los impulsos. Sin embargo, este estudio sugiere que el estado emocional y la tendencia cognitiva del perro también podrían ser claves para predecir su rendimiento. Representa un paso importante en la comprensión del rendimiento canino desde una perspectiva más holística. Reconocer que los perros tienen emociones estables y que estas pueden influir en su comportamiento operativo abre la puerta a nuevas estrategias de entrenamiento, selección y manejo.

Los autores proponen que se consideren estos factores en la selección inicial de cachorros, así como durante el proceso de entrenamiento. Herramientas como la evaluación del sesgo de juicio podrían ayudar a identificar individuos con mayor potencial para mantener un buen rendimiento bajo presión o en entornos impredecibles.

Para quienes trabajamos en el mundo del perro de búsqueda y detección, es una llamada a explorar más allá de lo puramente técnico, y considerar también la parte emocional del binomio. Porque al final, un perro equilibrado emocionalmente, motivado y seguro, será también un mejor compañero de trabajo.

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